.
.
.
.
.
.
.
Sé que después de todo este revuelo,
puedo decir con toda seguridad
que mi amor por ti es sempiterno,
que incluso con más años y arrugas en mi piel
dolerá ver tu sonrisa y tus hoyuelos.
Las estaciones pasarán,
pero en mí siempre estará
tu cálida y dulce primavera
cuando caímos en el precipicio del amor
mientras sonaba sin cesar nuestra canción.
Pero ahora es mi invierno,
e irónicamente,
se siente como el maldito infierno,
porque sé que ya está escrito
que tú y yo no sobreviviremos.
Llegaste a mí vida
como una hermosa serendipia,
pero vida mía ahora te vas
como una dolorosa tragedia.
.
.
.
.
.
.