Sentir me hizo fuerte. , . . Navegar mis emociones fue, y aún sigue siendo, un viaje de ida a un mundo de preguntas en el cual a veces las respuestas son dolorosas y ruidosas, y me traen más y más preguntas. Es un mundo fantástico de conexión con mi interior, donde solo si realmente quiero, puedo escucharme diciéndome exactamente qué sentir, y qué hacer. Es un mundo, con una sola puerta de entrada y salida que me conecta directamente con mi alma y todo lo que revoluciona realmente mi mente, dilata mis pupilas y eriza mi piel. Un mundo de conexión con mi interior escuchando a mi niña interior y a mi yo adulta, sin preguntarles nada ni tampoco pidiéndoles respuestas; simplemente escuchándolas y dejándolas ser. Sentir es dejarme ser en el presente, y suspirar aquello que me atraviesa elevándome a una mejor versión de mi. Sentir es dejarme ser en el presente, sin que las tormentas del pasado me ahoguen y me atraviesen con culpa y ansiedad. Navegar mis emociones es subirme a un barco sin etiquetas propias, ni dedos que señalen, porque ser compasiva conmigo misma es un arte de amor a mi niña interior y a mi yo adulta que aún, día a día aprende a ser, a crecer y a creer en ella. Sentir me hace valiente. Sentir me hace fuerte. Sentir me empuja a conocerme. Sentir. Ser intensa me invita a desconocerme, y me empuja a escucharme y hacerme consciente de lo que siento, lo que soy, lo que valgo, lo que necesito y lo que quiero. . . .
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